diciembre 30, 2004

Esa bella ausencia

Duerme abrazada a él todas las noches. Lo acompaña en sus innecesarias caminatas hacia ninguna parte. Le recuerda su presencia constantemente. Y él la lleva a cuestas. Como una carga pesada que se ha vuelto costumbre. Ella lo besa en el cuello y él goza con sus labios frios. A veces intenta perderla en un descuido, pero no logra más que aferrarse a ella. Y ella siempre lo espera, con su sonrisa siniestra y su eterna paciencia. Lo acaricia con sus uñas agudas. Y el debe conformarse con el cariño de ese raspón. Como única demostración de afecto, aunque sea solo compasión. Pero al final del día, le deja un espacio en su cama. Y vuelve a dormirse con la soledad abrazada al cuello. Abrazada tan fuerte que no le permite aullar su dolor.

diciembre 23, 2004

Poco caballero

Cuando se deshizo de su armadura no lo dudó. Alguien le preguntó si estaba dispuesto a seguir la batalla desprotegido. "Aún estoy protegido" dijo señalando su cuerpo débil. Hacía días que no comía. Poco era lo que bebía. Los huesos se le marcaban en la piel pálida. Los tajos en su espalda hacían recordar viejas heridas... pero el no los veía. Los pies tristes y agotados. Sin embargo, el insistía en que no precisaba de la armadura. Y se negó a luchar armado de su puñal. Tanta valentía en un hombre que no la merecía, asustaba a sus compañeros. La batalla les dio la razón.
Apenas se encontró con el primer obstáculo, estuvo a punto de desistir. La casualidad estuvo de su lado y un charco de barro lo ayudó a destruir a su enemigo. Al ver el barro confundirse con la sangre se sintió satisfecho, alimentando su falsa creencia. Él solo no podía vencer a nadie. La llegada del otro jinete, con su lanza de fuego, le quizo abrir los ojo. Quizo atravesar su cráneo vacío al medio. Él le dio la espalda, dejando que la lanza se mezclara con las otras heridas. Pero olvidó que se encontraba despojado de armadura. Imploró que se la alcanzaran cuando ya era demasiado tarde. No pudo evitar la tragedia. Murió envuelto en llamas, con los ojos tan cerrados como cuando se encontraba con vida.

diciembre 22, 2004

No nos quieren dejar soñar

¿Y ahora que nos van a decir?
¿Qué ni siquiera tenemos derecho de lamentarnos?
Solo queríamos tener un espacio para poder explotar de mil maneras. Un espacio para poder crear (creer) ilusiones. Hacerlas vivir en el tiempo efímero del arte. Poder cumplir nuestros deseos y transposicionarlos al espectador.
¿Qué hicimos mal?
Cuando te llevaste la luz mas brillante del escenario, seguimos adelante. Y dejamos que siga iluminando desde otro lugar. Y ahora, que el espíritu había vuelto; el vil fuego, que arrasa sin piedad, se llevó todo. Convirtió en cenizas las esperanzas. Los aplausos se evaporaron en el humo arrastrado por el viento. Tan solo los recuerdos perduran. Y la posibilidad de que se renueve la ilusión.
¿Qué nos van a decir?
Solo queríamos soñar.

diciembre 15, 2004

Circulo vicioso

Otra vez dejé que mis ilusiones me dejaran volar. Y cuando caí a tierra ya me había olvidado como se caminaba. Con mis pies temblorosos pisando sobre un terreno poco firme, volví a hundirme hasta quedarme con el barro en los ojos.
Sin darme cuenta había vuelto por el mismo camino, y no reconocía mis huellas. Estaba recorriendo el mismo lugar por el que ya había andado, y por el que creía no iba a volver. Pero estuve volando demasiado alto y caí nuevamente en mis imperfectas esperanzas. Hasta las ropas que cubrían mi cuerpo destruido, se asemejaban a las que en otros tiempos llevaba. Y otra vez mi ilusión se vistió de rojo y río (mostrando esos dientes que no iba a compartir). Quizás todavía no había bajado de mi sueño, y creí que aún todo era posible. Mientras tanto, inconcientemente, destruía toda posibilidad de concretar mi deseo.
Nuevamente, lo más duro fue caer. Y darme cuenta de que sigo sin comprender (aprender). No sé asimilar los errores. Fracaso tras fracaso me vuelvo más débil y más vulnerable. Cometo las mismas falencias una y otra vez... hasta que los sueños se acaben.

diciembre 13, 2004

Un cuerpo

El pecho vacío, agotado de falsas esperanzas / la boca seca de esperar ilusiones / las manos rojas de apretar el presente en los puños / y la piel ardiendo de rasparse con la realidad

diciembre 10, 2004

Desde el mismo lugar

Me envuelve,
y me desarma
Y dejo que lo haga

Me absorve,
y me corrompe
Y yo ininmutable

Se ha apoderado de mi
ese manto oscuro,
esa mano árida y pesada

La piel se estira,
se pone arisca
y se seca en un instante

Las nubes cubren el llanto de la luna,
mis pies descansan del largo andar
y mi boca susurra las palabras que quiere esuchar.

diciembre 01, 2004

Se puede ser

Y es un estado estable de inconformidad... tan contradictorio como mis pensamientos. Y ahora que no sé ((porque nunca supe)), y ahora que sé qué nó sé. Si me confundo una sonrisa con una baldoza floja. Si mis ilusiones son tan frágiles como el caparazón de una cucaracha aplastada contra la misma baldoza floja, que salpica hacia los costados ((la cucaracha también)). Y en ese salpicar se me mojan los pantalones, que alguien había mojado antes... puede que haya sido yo.
Pero sigo insistiendo en la esperanza. Y me conformo. Otra vez tan contradictorio. Si prefiero que no me mires. Prefiero que no me nombres. Que me ignores. Y a la vez me contradigo... porque no todo puede ser. Necesito encontrarte y que vos me mires, vos me hables, vos pises la baldoza ((la cucaracha, a esta altura de la confusión todo es tan lo mismo que me da escalofríos)).
Entre mi humo que se confunde con tu humo que se mezcla con tus labios que dicen que hay posibilidades de que se pueda ser lo que yo pienso que creo que me dijeron que no es tan imposible. Y el humo a la cara. Se puede ser. Porque ahora no es tan solo el mismo humo, también el miso líquido. También las mismas horas. Para volver al mismo lugar, de la misma forma y no poder dormir en toda la noche. Porque la sabana se pega... esa sábana que ocupa el lugar que no debe... donde debería estar otra cosa. Pero por lo menos, por un momento, creí ((creo)) que se puede ser.
24/02/05

noviembre 25, 2004

Frente al espejo

Antes que nada le pedí que me callara. Pero no me detuvo. Solté la lengua y le pregunté cuanto creía conocerme. No me quiso responder. Para mentirme ya estoy yo, y para decirme una verdad que voy a recriminarle, prefirió el silencio. Estuve a punto de creer que jugaba conmigo. Y no se si estaba tan errado. Le pedí que me señalara un camino. Me miró suspirando, y levantando su índice, no señaló a ningún lado. “¿Qué camino?” me preguntó sin mover los labios. Sentí una puntada aguda en la cabeza que quise borrar con un masaje de palabras: “No se... el camino a la felicidad”. Creo que si no se río fue porque el poco respeto que me tiene lo ayudó a aguantar. Apartó la mirada. Con solo meditar un segundo lo que dije, comprendí la inmensa torpeza que se me había escapado. Quise arreglar mi error (¿qué necesidad existe de querer enmendar los errores cuando todavía no sabemos su causa?) y le extendí más palabras: “Necesito un camino seguro donde pueda pisar sin miedo, y sin dolor”. Ahora no pudo aguantar la risa. Entre sus carcajadas asomaban sus encías que invitaban al horror de la melancolía. ¿Acaso no me entendió? Mientras reía y se tosía, yo intentaba entender el porqué de su reacción. Se limpiaba la sonrisa de su cara cuando me observó con lástima. Con el índice aún apuntando al vacío me confió que no existen caminos. Y antes de que pudiera preguntarle, me aclaró que dejara de lado mi tozudez, y confiara en sus palabras. Que no lo contradijera por el solo gusto de tener razón. Que lo escuchara. Eso era lo que me hacía falta. Y no buscar un camino inventado en mil ratos de soledad. Me costó contener mi ego. Y el lo sabía. Me exigió que esta vez le hiciera caso. Yo me arriesgué entre sus versos y tal como me lo pidió, desenrollé mi lengua de su cuello y la ubiqué dentro de mi boca. Cerré los labios tal como el me dijo. “Ahora, tenés que tener el valor de arrastrar la venda que te ciega la vista, y llevarla hasta tus labios”. Caí otra vez en mi trampa y lo injurié. ¿Por qué se atrevía a insultarme de esa manera? Si yo veía todo perfectamente. Veía como se burlaba de mi. Observé la manera en que me escuchaba desinteresadamente. Pude ver su manía de interrumpirme y querer llenarme de consejos. Y ahora pretendía que le creyera que yo era un ciego. “Te sobran palabras” balbuceó. Desaté mi lengua sobre su cuerpo. Lo escupí con mil insultos. Yo quería su ayuda, y él tan solo verme sufrir. ¿No te alcanza? Pero por suerte yo ya no tenía fuerzas. No pude impedir que sus manos tocaran mi cara y encerraran mi lengua tras mis dientes. Tomó la venda suavemente y la arrastró hasta mi boca. Para asegurarse le hizo un nuevo nudo. Mis ojos comenzaron a arder. Y comencé a sentir una extraña sensación, de la cual no podía defenderme con palabras.

noviembre 23, 2004

Complejo mayor de histocompatibilidad

Desde esa primer mirada que no pecaba de inocencia, me di cuenta que algo iba a suceder. Sentí una conección pocas veces imaginada. que ahora se transformaba en algo real. De todas formas decidí esperar; si estaba confundido el tiempo me lo iba a demostrar. Las miradas que siguieron y se mezclaron entre palabras como caricias me aseguraron mis fantasías. Y ya no precisaba ninguna pista más para convencerme de que nuestros caminos se habían encontrado. Cuando nos atrevimos a conocernos confirmé mi teoría. ¿Podía ser cierto que compartieramos tales pasiones? ¿No me estaría engañando? No quise distraerme con preguntas. Al igual que ella, empecé a disfrutar de los atardeceres. Y tal como su lengua lo había pronunciado, apoyé la necesidad de estar mal que todos tenemos. Todo parecía rendir sus frutos. Ya no eran solo miradas, sino sonrisas encerradas como paréntesis entre mejillas rojas. Y el placer de sentir su mano tan cerca de la mía, como si fuera mi mano... mi piel. Me animé a reirme de quienes no creen en el amor ideal. Pero ella tenía razón, ese amor no existe. Lamentablemente me enteré tarde. Y cuando nuestros labios se rozaron mutuamente, para enterrarse en el olvido y mis ilusiones se embarcaron en otro viaje sin retorno, sentí el escozor en el cuerpo. Solo se acercaron para despedirse, y luego llenarse de ausencia. Y yo, con el espejo roto entre las manos y mi imagen desfigurada por intentar ser un reflejo de lo que deseaba. Cuando el amor ideal no existe, no se si valió la pena arriesgarse a tanto.

noviembre 16, 2004

De más está decir

Luego de la caminata sobre las hojas secas llego el anuncio de la destrucción. Sólo se salvarían aquellos que hubieran sembrado la fuerza suficiente entre sus huesos, o tuvieran la confianza necesaria para avanzar con la frente bien alta. Los ancianos no parecían preocuparse demasiado. Ni siquiera se inmutaron al notar la mancha rojiza que cubría al cielo. Algunos jóvenes, inocentes hasta de su propia inocencia, se acercaron a quienes creían más sabios, y se atrevieron a esconderse tras sus espaldas. Otros, creyendo que les era imposible la escapatoria, se entregaron a la destrucción con los brazos abiertos y una sonrisa trágica en la boca. Algunos, ni tan valientes ni tan cobardes, quisieron comprender la situación. Se alejaron para observar la mancha roja con mas detenimiento. Caminaron lejos, sin notar que detrás suyo el mar los esperaba bravamente, ansiando tragarlos entre sus olas. No faltó quien aprovechó la euforia para promover su bandera. Invitando a todos que vistieran máscaras deformes para ahuyentar al enemigo. Por otro lado se encontraban los más temerosos. Que no se atrevían a admitir la situación, pero la padecían pesadamente sobre sus espaldas. Los que festejaban la desgracia, víctimas del placer de la mentira, incitaban a expresar hasta los más humillantes sentimientos. Y sus felicidades acababan en un segundo de melancolía. Los que festejaban la desgracia, víctimas del placer de la mentira, incitaban a expresar hasta los más humillantes sentimientos. Y sus felicidades acababan en un segundo de melancolía. Los niños, que no censuraban ninguno de sus sentidos, compartían el momento, sin esforzarse en comprender. Los niños, que no censuraban ninguno de sus sentidos, compartían el momento, sin esforzarse en comprender.

noviembre 14, 2004

Por algo se empieza

Esta es la primer publicación de este "blog" y no tengo mucho para decir. En realidad no tengo nada para decir, simplemente estoy probando este sistema para ver que onda. Si este proyecto llega a algún lado, espero que lo disfruten. Caso contrario, nunca estarán leyendo esto... a menos que haya algún error en la Matrix.