marzo 07, 2007

- vivir otro - ser nadie -

Pobrecito.
A la cuenta de tres se para. Luego del saludo correspondiente hace una leve reverencia y espera. Hasta que finalmente debe retirarse.
Un dos tres se para. Saludo/Reverencia/Espera. Hast que finalmente debe retirarse.
1,2,3 arriba. Buenas tardes señor ministro. Reverencia mecánica. ......................................... Hasta que finalmente debe retirarse.

Así va. Yendo atrás del otro. Sin tomar una decisión más que la cantidad de vueltas que dará la banana en la licuadora. El resto es acatar. Obedecer. No escuchar nada ni decir nada de lo que no se escuchó. Vivir otra vida. La de otro. Desaparecer como si se camuflara entre las paredes. Ser un nadie que tiene que estar sin que se note su presencia.

Y el dispenser ¡glup!

El único regalo es enfrentarle cara a cara su patética vida. Buen provecho en un restaurant chino. Otro chaleco. Otra puta más. Y esperar de nuevo la cuenta de tres.


Pobrecito. Reprimirse todo el tiempo. Que no pase nada cuando pasa un tren por adentro. No molestar cuando se tiene la malla seca, la piel seca, la boca seca.

Y el dispenser ¡glup! Y undostres. Y reverencia. Y de repente un llamado que altera el orden establecido, que sacude la estantería, que revuelve el estómago, que nubla la vista, que (des)acomoda las ideas, que te abre los ojos y te borra la nube y que de repente es todo tan nítido. Todo está al ancance de la mano, del gatillo. La posibilidad de hacer algo. Lo más incorrecto, lo más equívoco pero necesario, preciosamente fundamental.

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